Loquillo- "Balmoral". Nuevo Disco

El Loco vuelve a la carga, esta vez sin trogloditas, aunque con la sombre de Sabino Méndez pululando por él... no podía faltar.


Para dar forma a su primer disco tras el final de Trogloditas –la banda a la que
estuvo unido durante cerca de tres décadas–, Loquillo recurre al recuerdo de
Balmoral –un mítico y exclusivo bar madrileño; ya desaparecido– como quien quiere
apoyarse en aquello que conoció bien para desde ahí impulsarse hacia adelante. Es
como reconocer el pasado, brindar por los buenos ratos que te deparó, pero
asumiendo que la vida sigue y que no hay que dejar escapar el próximo tren, lanzar
la copa al aire por encima del hombro y, sin mirar los cristales rotos, seguir viaje
dispuesto a explorar nuevas rutas.

Y este nuevo viaje no podía tener un inicio más dulce. Porque para inaugurar esta
nueva etapa en su carrera, el rockero de El Clot (Barcelona) se ha despachado –
digámoslo ya– con su mejor disco, una obra que le sirve tanto como declaración de
intenciones como de punto de unión de las diferentes facetas que hasta ahora nos
había brindado: su reconocida pasión por el rock and roll, la admiración a pleno
corazón por la canción de autor y su debilidad por el trabajo de los mejores y menos
ortodoxos crooners. Todo ello está en Balmoral.

Pero que nadie espere un disco disperso en el que los géneros se solapan, todo lo
contrario. Loquillo, acompañado de una brillante, sofisticada e inteligente producción de Jaime Stinus –este es el sexto trabajo que graban juntos–, logra sonar como nunca, tan rockero como elegante, tan suave como afilado; completamente entregado y apasionado. ¿Cómo se consigue eso? Sabiendo lo que se quiere y acarreando sobre sus espaldas 30 años de oficio musical marcados en la piel y el alma.

30 años que le permiten seguir siendo él mismo mientras se enfunda un traje
musical nuevo: el del artista completo y sin complejos. Un artista que se enfrenta al
micrófono con soltura, templanza y enorme expresividad, que modula con maestría
su voz y lo mismo la adapta a ese encuentro entre los Stranglers y la música disco
que es "Sol" que alcanza la gravedad adecuada para interpretar piezas como "La
vida es de los que arriesgan", "La belle dame sans merci", "Memoria de jóvenes
airados" y "Canción del valor". Como surge del pasado para darle bríos al rock
clásico de "Soy una cámara", hace diabluras en "Línea clara" y "Hotel Palafox",
acaricia el terciopelo en las dos "Balmoral" –ojo, son canciones distintas: el prólogo y el epílogo del disco– o "Cruzando el paraíso". Una voz que hasta coquetea con el jazz afrancesado en "Vintage" y se impone con fuerza en la épica "Hermanos de sangre". Porque aquí, el gran rockero –y no hablamos de tamaño físico, sino de grandeza artística– se muestra como el vocalista perfecto, ese que creció en la escuela de la calle, se graduó en sucios escenarios de rock y se doctoró hoteles de
cinco estrellas.

Detrás de los títulos citados está la rúbrica de un auténtico “Dream Team”
especialmente alineado para la ocasión: los habituales Gabriel Sopeña, Igor Paskual
y Jaime Stinus, el Rebelde Carlos Segarra, su amigo Jaime Urrutia, el poeta Luis
Alberto de Cuenca, el letrista Juan Mari Montes y el regreso –muy ansiado por los
fans más veteranos, que pensaban que nunca sería posible– de su viejo compinche
Sabino Méndez (suya es la mágica "Sol"). Y cómo no, el propio Loquillo firmando
algunas de sus mejores letras. Un equipo ganador.

Por si no fuera suficiente, Balmoral cuenta con una perla muy especial, que ha
supuesto una de las mayores alegrías en la vida de Loquillo, la participación de
Johnny Hallyday (pronúnciese a la francesa: "yoní alidé") en "Cruzando el paraíso".
Hallyday, para quien no lo sepa, es a Francia lo que Elvis al rock mundial. Un
pionero y una figura de dimensiones inimaginables para nuestro país (ay, donde sólo
se rinde tributo y admiración al aquí y ahora). Un hombre que lo ha sido todo en la
música francesa y centroeuropea. Prácticamente un Dios de la cultura francófona.
Pero la cosa no ha quedado ahí, porque Johnny, el ídolo desde hace años para el
Loco, ha invitado a éste a cantar en el single que servirá de presentación del primer
disco del francés publicado en España en décadas (próximamente en los mejores
lectores de CDs...)

Con todos estos ases, no es de extrañar que Loquillo, y con razón, esté más
contento que Jeff Lynne cuando le dijeron que por sus manos iban a pasar Dylan,
Harrison, Petty y Orbison juntos. Un sueño. O más bien, la consecución de un sueño
largamente acariciado: poder reorientar su carrera por el camino que siempre quiso
que andara, llevando en la cartera una colección de canciones incuestionable.
Canciones de las que emocionan, de las que se te meten en las entrañas. Y como
guinda, la presencia de Johnny Hallyday. Y todo presentado en una suntuosa y
elegante edición. Y, por si no hubiera suficiente, para rematar, un segundo CD de
regalo con tres canciones nuevas e inéditas... Sí, el Loco está contento.

Y puede estarlo, porque Balmoral tiene el sabor de las obras creadas con cariño,
con cuidado, esas en las que la cabeza se pone al servicio del corazón. Un disco
para disfrutar ahora y, lo más importante, nacido para perdurar en el tiempo.

www.loquillo.com